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¿Y tú?

>> jueves, 9 de junio de 2011


¿Sabes lo que te pasa? No tienes valor, tienes miedo,
miedo de enfrentarte contigo misma y decir: Está bien, la vida es una realidad,
las personas se pertenecen las unas a las otras porque es la única forma de conseguir
la verdadera felicidad.
Tú te consideras un espíritu libre, un ser salvaje y te asusta la idea de que alguien pueda meterte en una jaula. Bueno nena, ya estás en una jaula, tú misma la has construido
y en ella seguirás a vayas donde vayas, porque no importa donde huyas, siempre acabarás tropezando contigo misma.

Breakfast at Tiffanny's



Es de noche. Lo sé porque las estrellas se han levantado a observar con disimulo los planes más insospechados de los seres humanos. La luna latente desea bajar y convertirse en la reina de la fiesta. Es de noche. En las inmediaciones de una Barcelona repleta de sueños. De luces que no parpadean. El aire, justo al contrario, convierte en ardientes mis ganas de seguir hasta que el sol se ponga. El viento se lleva con señales de no retornar cual bumerán las preocupaciones que en antaño atormentaban mis pasos. El miedo sigue inundando mis intenciones, a pesar de querer alejarlo. Y no hay nada más fantástico que parar a pensarse. Aquí. Allí. Un poco más adelante, así mis piernas descansan. O ni siquiera sin parar. Corramos cuanto queramos, será mejor que ésta ráfaga no solo enfríe tus ánimos. Sigamos pensándonos. Continuemos sintiéndonos. Porque siento, luego existo ¿O era pienso? Será mejor que no le de demasiadas vueltas. De todas formas, para mi, así queda muchísimo mejor. A veces incluso lo echo de menos. Aquellos días sin lágrimas para nada. Aquellas noches sin tiempo que llorar. Porque las horas brillaban por su ausencia. A veces echo de menos aquello de no tener por qué pelear. Ni por quién. Ni como hacerlo. Deshacerme de la coraza que oculta mis pavores y mostrársela al mundo de manera insuficiente. Darles las armas para que pudieran aniquilarme del todo y que se excusen dando como única justificación que así es como ella lo hubiese querido. Esto, que empezó como pequeña parábola de un día completamente ajeno a preocupaciones, acaba como un simple aliento de vida ofrecido a quién lo quiera. Y a ti. Porque, como alguien me dijo una vez, el miedo es alguien que te abruma de tal manera que olvidas quién eras antes de empezar a sentirlo. Y no te da la oportunidad de descubrir quién serías. Y te ataca con tus pequeñas inseguridades y las convierte en fantasmas que te cubren de pavor. Pero ¿qué pueden decirte unas palabras? No pretendo ordenarte lo que debes hacer. Porque en el fondo, todos sabemos la verdad. La única verdad es que si quieres felicidad sal a buscar aquello que lo produzca. Abraza tu íntimo Nirvana y conviértelo en privado. O deja entrar a aquellas cosas o aquellas personas que solo alimenten tu dicha de manera descomunal. Vivir atado al pasado es el sentimiento más cobarde. Lo valiente es pisar tierras movedizas y rezar para que no te traguen. Lo valiente es salir. Y luego, que sean los demás los que se rifen un puesto en tu vida.

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