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¿Cómo pudimos llegar a perdernos?

>> lunes, 11 de junio de 2012

 Fue tan importante 
Carlos Sadness (Shinoflow)

- No volvió la vista atrás. A su derecha, un crepúsculo mortífero rompía las luces de una ciudad que ahora rodaba y caía bajo sus tacones de charol, que resonaban en el gélido asfalto. El frío se había marchado con sus esperanzas, congeladas en un silencio veraniego, esperando ser aguadas por un abrasador sol de julio. Con los brazos alzados, jugaba a ser equilibrista entre las líneas discontinuas de una carretera vacía. La ausencia de sensaciones, de plenitud en su pecho efímero de una dualidad entregada al mejor postor, que no siempre era el más adecuado. Su vestido de seda semi-transparente bailaba y se pegaba a su piel, tiñéndola de un oscuro azabache lleno de matices. Sus pechos desnudos se dibujaban bajo la tela negra, rosáceos, redondos y bellos. Se mordía su carnoso labio inferior, mientras los zapatos intentaban seguir el ritmo de su tarareo incesante. Su cabellera castaña se dejaba llevar por el viento que le azotaba el rostro, liberando a sus rizos en una danza perturbadora. 
Su cuerpo, ahora, rotaba sobre si mismo, ella reía mientras sus ojos color ceniza se mantenían cerrados. Y así, la noche más profunda caía sobre su piel de porcelana, marcándola con la nocturnidad de sus actos próximos. Esas manos que buscarán el calor de aquel que logre ganársela con la primera copa de whisky barato, seco, de esos que hacen arder gargantas. Y, con ansia espera, que esos labios sustituyan los suyos. Que al recorrerle, no eche de menos sus caderas perfectas. Que la mujer que le robó el aliento con sus profundos ojos verdes se marche mientras otra persona es la que está dentro de ella ahora, llenándola de una cálida pasión fugaz. 
Espera que, de una vez por todas, todo sea tan fácil como respirar. O dejar de hacerlo para siempre. 

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