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The perfect lie, is waiting for you.

>> viernes, 21 de mayo de 2010


Vacío. Gélido viento. Bajo aquel manto estrellado. Profunda oscuridad la que se cierne sobre mi. Me aplasta. Me incluye en su única existencia. Absolutamente extasiada de caminar en círculos. Sin ninguna dirección. Tampoco me paré a pensar si realmente me importaba donde me llevasen los pies. Si quería conocer los propósitos que tenía mi corazón para mi. Ése que hace tiempo hizo las maletas. Se marchó firmando su recesión. Abdicando cualquier responsabilidad que le quisiera atribuir. Se disculpó entre los susurros de una noche de llanto incontrolado. Se llevó de la mano a mi alma, rota en mil pedazos y que en ese momento salía a borbotones por mis ojos.
El día se me antoja eterno. La noche es tan fría que las heridas se congelan. Se paralizan. No supuran dolor. Pero a pesar de eso este banco en mitad de ninguna parte parece el mejor sitio donde acurrucarse. Sobre mi regazo una carpeta. Llena de folios. Allí se plasman millones de historias inverosímiles que solo pasan en los mejores cuentos de hadas. En los que normalmente la mala suele morir a la primera de cambio y el príncipe azul no se destiñe con el primer lavado. La tinta aún sobre mis manos. Porque siempre parecía ser lo que no era. Las ilusiones se ven mermadas por la más pura y cruda realidad. Aquella que, al fin y al cabo, termina por abrumarme cada noche al rozar la almohada. Donde los sueños deberían hacerse realidad.

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