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Los colores de una sombra

>> miércoles, 26 de octubre de 2011



"Noche maga ¿A dónde fuiste? De nada sirve ir a más velocidad si los recuerdos te encadenan. Y ahora, con el ánimo suficiente para saldar cuentas vuelvo a 1999. No... ¡Es necesario volver a 1999! Y quizás cuando vuelvas ahora todo se habrá arreglado. Es una vana esperanza..."

Santi Balmes, Love of Lesbian


Casualidad. Así empezó todo, con la más pura y remota casualidad. Y como inmersa en un perpetuo retorno al más puro estilo nietzscheciano me acuerdo de cada segundo de aquellos días. Como un bucle con una extrema duración a través del tiempo. Me acuerdo de aquellas semanas que se antojaban imposibles. Rápidas. Impensables. Sentidas de la manera más profunda. Grabadas a fuego en unos recuerdos frágiles. De cristal quebradizo. Respiro profundamente. Escucho de nuevo atentamente la letra de aquella canción que tantas veces te vi susurrar sin sentir casi exhalación entre tus labios. Como una lección aprendida. Aquella que, a fuerza de ser expresada se convirtió incluso en la realidad más inesperada. Te vi, bailando con gracia absoluta. Mirarme como tú solo sabías hacerlo. Penetrando tus ojos en los míos, despreocupados. Fríos. Confiados. Te devolvían la mirada unos que solo podían desbordar pánico. Reproches. Sentido común, aquel que se escapaba por mis labios camuflado con movimientos pasionales que me hacían desear cada roce de tu cuerpo.
Me acuerdo también de lo malo, por mucho que mi memoria intentó borrarlo de manera automática. Considerarlo daños colaterales. Aquellos que te exigían dignidad a pesar de la derrota humillante. Decidí quedarme con lo bueno, eso si. Escribirte única en unos textos infinitos. Describirte perfecta en todas toda tu plenitud. Dar alas a una imaginación sensible a las palabras colocadas en mal lugar. Aquellas que solías pronunciar con bastante facilidad en mi presencia. Dar al jamás el lugar que corresponde. Y sentirte, ahora que se acerca el aniversario de todo lo sucedido, con más fuerza que nunca en mis pensamientos. Sin sentir ahora lo que sentí en antaño. Con la lección aprendida de que tu corazón solo se reparte en fascículos elegidos por ti misma. A personas concretas. Dedicándote una vez más, y todas las que haga falta, aquella letra que una vez me hizo no dejar de pensar en ti.




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